miércoles, 29 de febrero de 2012

PRESENTA JAVIER MARÍN CABEZAS DE GRAN FORMATO EN EL PATIO OVAL DEL MUSEO NACIONAL DE SAN CARLOS.

PRESENTA JAVIER MARÍN CABEZAS DE GRAN FORMATO EN EL PATIO OVAL

DEL MUSEO NACIONAL DE SAN CARLOS

  • Dos cabezas creadas en resina poliéster creadas por el artista

  • Exhibidas en el recinto perteneciente al Instituto Nacional de Bellas Artes

El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) presenta dos esculturas de Javier Marín en el Museo Nacional de San Carlos, en el cual, desde su emblemático patio oval, construido por Manuel Tolsá, las obras establecen un diálogo entre lo clásico y lo contemporáneo y, de esta forma invitan al espectador a recorrer el quehacer artístico del pasado y del presente, corroborando lo que afirmó Gianni Vattimo: "Es en el arte donde la verdad se muestra de forma más pura y reveladora". La exhibición comenzó a partir del 15 de febrero y termina el 02 de abril.

Las obras de gran formato tituladas Cabeza de Mujer Roja y Cabeza Blanca, realizadas en resina poliéster, fueron creadas respectivamente en 2008 y 1997, por Javier Marín, artista que ha desarrollado una sólida carrera como artista visual en sus casi 30 años de trayectoria.

En los inicios de su trabajo escultórico empleó exclusivamente barro, después recreó sus obras en bronce, y en los últimos años ha ido más allá de los métodos tradicionales en la escultura, al emplear resina de poliéster mezclada con materiales orgánicos, como tabaco, tierra, semillas de amaranto, pétalos de rosas o fibras de carne seca, sumando en una misma obra, lo industrial y artificial del plástico, en contraste con lo orgánico, natural y hasta sutil de los otros materiales.

La creciente presencia de piezas a gran escala en espacios públicos, parte de una concepción contemporánea en torno a la intervención urbana. Su obra pública se abre al contexto físico y humano que la rodea, proponiendo lecturas alternas de éste y de sí misma. Lleva su exploración a diversos lugares y experiencias, fomentando una continua retroalimentación. En su trabajo creativo, se encuentra en una exploración constante de interacciones humanas y en la búsqueda de una sensación de equilibrio, tanto en forma como en concepto.

El escultor (Uruapan, Michoacán, 1962) estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM (Academia de San Carlos) y ha realizado más de 70 exposiciones individuales, participando en más de 200 exposiciones colectivas, en México, Estados Unidos y Canadá, así como en varios países de Centroamérica, Sudamérica, Asia y Europa.

Obtuvo el Premio de la Tercera Bienal Internacional de Arte de Beijing, China. En 2010 se inauguró Retablo, el retablo central y presbiterio de la Catedral Basílica de Zacatecas (Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), obra monumental que concluyó tras ganar el concurso para su realización en el 2008. Recientemente fueron presentadas exposiciones de su obra escultórica en Shanghái (World Expo 2010) y en Bruselas (Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica).

Su obra se encuentra en diversas colecciones públicas y privadas, incluyendo el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, el Museum of Fine Arts de Boston, el Santa Bárbara Museum of Art, la Blake-Purnell Collection, la Malba-Fundación Constantini en Buenos Aires, Argentina, entre otras.

Aurora Noreña, en su texto "El cuerpo vulnerado", escribe que la propuesta visual de la escultura de Javier Marín rebasa de manera sobrada cualquier fórmula. Su labor articula una serie de variables que abarcan tanto la estética occidental como a otras estéticas.  Sus reflexiones plásticas parten de la estricta observancia de su entorno, integrado por elementos de orden también social.

"Javier Marín observa y encuentra intersticios dentro de la ciudad menoscabada, para construir al hombre. De entre esa amalgama de artificios y eventos humanos intuye al cuerpo como el lugar donde se lleva a cabo la fragmentación y reconstrucción del hombre. Utiliza estrategias simbólicas para recargarlo de significados y para resarcirlo con interpretaciones que vayan más allá del lugar común. Personajes con muecas, gestos, e inusuales artificios plásticos que enrarecen e incrementan las maneras de entenderlos. Cabezas, troncos, extremidades atadas con alambre recocido, cicatrices, y suturas que remiten al cuerpo atravesado por el deseo. Pero el significado no es unívoco, pasado y presente fusionados, maneras diferentes de pensarnos y representarnos ¿Qué?, eso le tocará decidirlo a cada espectador".

Por su parte, en "Figuras de la metamorfosis y del umbral", Marisa Vescovo señala que las poéticas barrocas retoman y revaloran la concepción clásica del arte como mímesis; el arte como representación, con el fin de impresionar, conmover, persuadir: "En el trabajo en torno al cuerpo de Javier Marín, se resalta su procedimiento de poner aparte los elementos de la realidad para sustituirlos con un mundo físico y espiritual del poeta barroco. Esta lectura constituye una práctica sistemática de alejamiento, que crea "enigmas".

Marín conduce hacia la salvación, la fermentación de fuerzas tempestuosas que viven dentro de sus esculturas, pues pone al centro de su barroco aquella preocupación por lo nuevo hasta llegar al arte moderno. La mirada es llevada hacia profundidades, en juegos de sombras y luces que escapan a toda ley. Belleza y conflicto, de gusto plástico y de interés por lo social, de apertura y de astucia técnica; sus manos hieren para fascinar, para estimular y mantener la atención,  Un arte que nos confirma en lo que somos: un arte que no nos presenta aquello que es diferente de nosotros: sobre una realidad posible, traiciona su tarea, su sentido y su misma razón de ser.



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